domingo, 12 de junio de 2016

Como cada jueves por la tarde

Y es de tanto recordar
que me duelen las venas,
las angustias 
como cristales de bohemia,
la  desilusión malherida de gritar fuerte
y arrancar a tragos largos las penas.
Que entre tu y yo se queda
a mitad de camino
el adiós que nunca te he sabido dar
y los reflejos del Sol
en tu piel morena
me calientan a ratos 
y otros sólo me queman.
Ojalá el paso con que andabas
a las afueras de Madrid
un jueves triste de resguardo
acabe por cubrir de tierra seca los pasos
que todavía hoy resuenan 
en las esquinas de esta casa.
Ojalá las noches de alcohol y borrachera
te vuelvan a traer a mi
y las horas que están aún por venir
sean más livianas,
cuando tus ojos de almendra tostada
se claven en mis pupilas hambrientas
de tus dulces labios de sacarina en polvo
de las medias negras bajo la cama
de todo lo que me das, sin darme nada
de tus gemidos en mi oreja
de tus uñas clavadas en mi espalda
de tu olor a violeta y jazmín
del sudor violento que junta nuestros cuerpos

de tí.

Ojalá sueñe que me sueñas
aunque ya no estés para repetir
y la vida nos impida jugar otra vez
como solíamos hacer 
cada jueves por la tarde.

Ojalá que nunca más llores

Ojalá que la vida no sea muy triste

sin ti.