lunes, 18 de julio de 2016

Callar

A veces pienso que el tiempo
es extremadamente injusto
y que nunca ha corrido
a la misma velocidad para los dos
Que tú ya lo tienes todo
 y yo, por mucho que suplico
a penas acabo de empezar
Que me estoy dejando los huesos
en los peldaños de esta escalera
Y no te culpo, diré antes de que te ofendas
pero me parece demasiado jodido el mundo
y a ti te ha llegado envuelto en papel de regalo.

No lo se, será mi culpa, supongo,
pero es que a ratos me da por pensar
y descubro que no todos hemos nacido 
bajo las mismas condiciones
Y, así como de refilón,
veo pasar a la muerte
y me da miedo no poder alcanzarte
y que tenga que ser yo el único que cargue
con todos tus malditos pecados
Y que como siempre
sean los justos los que deban pagar
y callarse.

Azimut y altura

Descubrir aquella inmensidad 
fue como enamorarse


Ya lo decía el profesor Tysson
en la nueva versión de Cosmos
mientras Bruno descubría el universo
entero, infinito e inabarcable,
algo así como tu recuerdo.
Ayer, curioso, me hablaste
y por algún motivo que no logro comprender
se juntaron entre cada palabra
millones de esferas celestes
desdibujándose en el azimut y la altura
que marcan la salida de tus ojos,
las dos únicas estrellas que brillan en mis noches.
Y por mucho que me disguste admitirlo
son esas dos pupilas tuyas
el único recuerdo recurrente
por el que daría lo que fuera
a cambio de no perderlos nunca.
Aunque sepa que siempre será
la más absoluta mentira
por la que renunciaría al universo entero
y la infinita inmensidad que es quererte.