Y aunque el fuego no sea nuestro
ardemos como nunca antes
iluminando cada segundo
de los restantes dias
que nos quedan para irnos.
Una canción cobarde,
un trago a traiciòn,
un descuido, la sangre
caliente entre las manos.
El pecho latiendo fuerte,
el tabaco, ahogándote
la saliva gritándome,
el reloj llorando.
Las pulsaciones escondidas
entre el rimel negro azabache
colinas de agua que se escurren
como un rio por las noches.
La sonrisa peligrosa,
de felicidad inmensa
como el universo que regalas
con cada pestañeo
de unas lentillas agotadas
el espejo de mi alma.
Las gotas de sudor,
el rostro encendido,
la maraña de pelo,
el estupor de lo cotidiano,
el terror a lo nuevo
o el olvido sin miedo a lo nuevo.
La desidia, el fracaso
de todos los fracasos
la esperanza a lomos
de un galgo plateado.
La más pura sensación
de libertad eterna,
de arrancarnos a jirones
el resto de los clavos.
Los arañazos de papel
Que me deja tu ausencia.
Los dos besos, la despedida.
El fuego,
la esencia,
La vida.