viernes, 7 de octubre de 2016

Lentillas agotadas

Y aunque el fuego no sea nuestro
ardemos como nunca antes
iluminando cada segundo
de los restantes dias
que nos quedan para irnos.
Una canción cobarde,
un trago a traiciòn,
un descuido, la sangre
caliente entre las manos.
El pecho latiendo fuerte,
el tabaco, ahogándote
la saliva gritándome,
el reloj llorando.
Las pulsaciones escondidas
entre el rimel negro azabache
colinas de agua que se escurren
como un rio por las  noches.
La sonrisa peligrosa,
de felicidad inmensa
como el universo que regalas
con cada pestañeo
de unas lentillas agotadas
el espejo de mi alma.
Las gotas de sudor,
el rostro encendido,
la maraña de pelo,
el estupor de lo cotidiano,
el terror a lo nuevo
o el olvido sin miedo a lo nuevo.
La desidia, el fracaso
de todos los fracasos
la esperanza a lomos
de un galgo plateado.
La más pura sensación
de libertad eterna,
de arrancarnos a jirones
el resto de los clavos.
Los arañazos de papel
Que me deja tu ausencia.
Los dos besos, la despedida.
El fuego,
           la esencia,

                           La vida.

Tú.
Esa es la definición de todo.
Y también de la nada
Del fino rostro entaimado
Entre dos cascadas
Que brotan de unos ojos
Tan perfectos como vivos
Tú.
Eso eres cuando vuelas
Y tus brazos se hacen alas
Y tus pies de barro fresco
Son las raices que irremediablemente
Me atan al suelo
Para que no me escape,
Para que recuerde ese aliento
De menta, sal y espiga.
Tú.
Ese es mi universo, mi fuego
Mi vida
Tú.
Simplemente la fuerza más precisa
La nota que nunca duele
Pero siempre culmina.

Tú, sólo tú.